Valentía: Cualidad de valiente; Hecho o hazaña heroica ejecutada con valor; f. Acción material o inmaterial esforzada y vigorosa que parece exceder a las fuerzas naturales. Todo esto según la R.A.E
Carta a la valentía 1.
Para mí la palabra valentía viene enraizada en mi ser desde mi nacimiento.
Cuando aún tenía la bella oportunidad de estar en la guatita (alías estómago, abdomen, intrauterino…) de mi mamá, mis padrxs tomaron la decisión de incluir a mis dos hermanas mayores en la elección del nombre de la “hermanita” que venía en camino y que ya se estaba formando por completo. Ellas por azar, por un llamado del más allá, quizás porque lo escucharon al paso o quién sabe por qué (se los preguntaré, aunque no creo que sepan el por qué), escogieron el nombre Valentina.
Nombre que por cierto me hace sentir muy identificada, considero que realmente es un nombre que me hubiese puesto a mí misma, jajaja combina definitivamente con mi rostro. Pero la historia no termina ahí, mi papá cuando me fue a registrar decidió ponerme el nombre croata, que combinara con mi apellido, antes del nombre que todxs habían acordado. Así fue como aparece en mi vida el nombre con el que otro lado de mi vida me conoce.
Pero la verdad, siempre he sido Valentina, mis primeros 4 años como para todo baby fue sólo descubrir y sorprenderme con lo simple y humilde de la vida. A mis 4-5 años me cuentan que voy a entrar al colegio; eso parecía fabuloso, iba agrandar mi grupo de amigos, iba a contraer muchos piojos y conocería nuevas experiencias, pero mi mamá muy empática, me sienta en sus piernas y me cuenta que desde ahora me llamarían Milenka (mi primer nombre), considero que esto es algo que nunca conversé con mis padres pero que quizás hoy vayan a leer, recuerdo que me puse a llorar, le dije a mí mamá que ese nombre no me gustaba, que nadie lo conocía y que era feo, que yo quería seguir siendo Valentina. Mi mamá me abrazo e hizo grandes esfuerzos por convencerme y como nunca fui tan conflictiva de niña lo acepté, pero sin mucha gracia.
Recuerdo llegar al colegio y que me pusieran un sticker en mi pecho, con un nombre que no reconocía las letras, por tanto debo haber extraviado más de una vez un polerón, un chaleco o un pote de colación. Era más difícil de lo que se imaginan, había perdido mi identidad y estaba construyendo una nueva.
Creo que llevaba un mes, quizás menos en el colegio, recuerdo estar en la casa de mis tatas y mi mami (abuela materna), me comenta que por qué estoy tan triste, le cuento toda mi problemática situación para mis 4 o 5 años, ella se acercó a mí y me dijo "deberías sentirte afortunada de tener dos nombre tan bonitos, tan importantes y tan únicos", me contó en secreto lo que significaban mis nombres y desde ese momento comencé a sentirme mucho más conectada con ambos.
No deseo alargarme tanto en esto, porque no es el meollo de esta carta, pero quiero contarte que ese día me contó que ambos nombre juntos significaban “Mi pequeña valiente” , y así me sentí por mucho tiempo. No te miento que por largo tiempo me costó responderle a las profesoras en el colegio, porque me nombraban y yo no sabía que hablaban de mí. Ya con el tiempo y como todo ser humano me adapté a mi nueva realidad y adquirí estos dos nombres, como dos partes de mi fundamentales.
Valentina para toda la familia y amigos más cercanos, Milenka para mi lado educacional y profesional.
Te puede parecer algo descabellado, pero sabes qué, me ayuda muchísimo a desconectar mi mundo profesional o laboral de mi mundo personal, cuando escucho que alguien me llama Vale o Valita sé que significa “contención, círculo familiar, privado, íntimo”, ahora si escucho Milenka, Mile o todos los derivados que han ido surgiendo se que son amistades de colegio, de estudios, de trabajos o simplemente mis colegas, jefes o médicos.
A veces con amigos de mis cercanos, nose si presentarme como la Vale o la Mile y hasta el día de hoy me desconcierto un poco. Luego recuerdo que da igual, porque ambas sigo siendo YO.
Gracias mami, por ese secreto, que hoy día ya no es secreto. Me sienta bien ser Milenka y Valentina.
Aquí las responsables de que yo sea Valentina
Carta a la valentía 2.
Si te preguntas por qué tanta introducción es para llegar a esto que quizás te parezca más cursi pero hoy por hoy, es parte de mí.
Siempre, siempre, siempre me consideré valiente, aguerrida, incluso poderosa, consideraba que todo estaba en la actitud, entre más actitud le ponemos a las cosas, mejor nos percibimos y mejor nos va. Al menos eso creía hasta hace unos cuantos años atrás.
Con los años ya inserta en el rubro laboral, toda esa energía se desmoronó, llegaron a mí miedos que no existían antes, inseguridades, auto-imágenes negativas, etc. Y descubrí un mundo que no me es agradable, al que no logro adaptarme y que en definitiva no me representa y que cada cierto tiempo me enferma.
Pero quizás es tema para un próximo post, sólo quiero decirte que la valentía viene más acompañada de miedos, de crecimientos, de oscuridades y de un montón de otras cosas que ni siquiera imaginamos. ¿cómo esperan a que seamos valiente cuando estamos rodeados de tanta violencia, injusticia, oscuridad?, ¿por qué siempre se espera que seamos valientes?, NO quiero ser valiente, quiero ser YO.
A principios de año, la vida golpeó a mi familia y a mí de una forma que no esperábamos, “mi mamá, necesita un trasplante de médula”... Recuerdo que ese día me levanté temprano, para ir a pararme afuera de la FALP con un cartel que decía “mamá estamos contigo”, no podía acompañarla a su cita al médico por protocolos covid, pero me levanté ese día queriendo recordarle que somos muchxs los que estamos acompañándola. No sé si fue una corazonada o qué… Pero ahí estaba.
La abracé muy fuerte y le dije “todo saldrá de acuerdo al plan divino”, tomé mi bici y me fui, aproveché de andar en bici, aproveché de distraerme (no sé por qué, no sé de qué), a la hora me llama mi papá y me dice si yo sigo con la mamá y le cuento que no, que no me dejaron entrar así que la dejé ahí… y me cuenta que la doctora le dijo que habían un par de opciones para ahora, ya que la quimioterapia no le estaba haciendo ni cosquillas, las opciones eran una quimioterapia traída de no se donde que sale alrededor de 8 millones de pesos mensual (y que no aseguraba nada), 8 millones de pesos mensuales, me pregunto yo ¿en qué bolsillo cabe esa opción?, la segunda opción un trasplante de médula o bien dejar que el tiempo pasara y combatir los dolores, es decir, dejarse morir. Dejarse morir a sus 60 años, para mi mamá esa no era una opción y 8 millones de pesos mensuales no juntamos ni siquiera poniendo todos nuestros sueldos en eso. Le quedaba sólo una opción, una opción que le aterraba de hace años, una opción que deseaba NO tomar.
Recuerdo que escuché a mi papá y no podía creerlo, era como que una oscuridad invadía todo un día de esperanza, eso que el 2021 sería mejor que el 2020, se esfumó más rápido que parpadear, ya no cabía en mi corazón tanto pesar. Me bajé de la bici y sólo lloré, lloré, lloré, lloré, ufff si supieras cuánto lloré sin poder ponerle un nombre, un sentimiento o emoción a ese llanto. Hablamos los 4 hermanos y decidimos que se haría la voluntad de mi mamá obviamente.
Ahí comenzó un largo camino de ¿qué viene ahora?, preguntas sin respuestas, miedos, ansiedad, más preguntas, suposiciones, de todo, que no ha pasado por la mente de todxs y cada uno de nosotrxs. Pero mi mayor pregunta es ¿qué pasa con mamá?, ¿Cómo lo hace para seguir siendo la contención de sus hijos, esposo, hermana y sobrinos?, ¿de qué se aferra?.
Si quisiera hablar de valentía, mi mamá es la más valiente y sin siquiera saberlo a su hija menos valiente, le puso Valentina, quizás con la esperanza de que por tanto repetir Valentina, se vuelva valiente día a día.
Mamá, esta semana comienza una de las batallas más grandes y en solitario que te ha tocado realizar, pero ten por sentado que cada uno desde su rinconcito estamos cargando esa cruz contigo. Cada unx a su manera, con sus formas, pero “estamos contigo”, “estoy contigo”, porque si hoy soy quién soy, es gracias a todos tus aciertos y fracasos. Odias que te digamos que eres una guerrera, una valiente, que eres fuerte y todas esas cosas, pero para mí eres mucho más que eso, eres luz, porque a pesar de vivir muchas veces en oscuridad brillas e iluminas el camino de otros, hoy día me toca y nos toca entregarte a las manos de médicos y de todos los seres de luz (llámese Dios, maestros, ángeles, arcángeles, etc), para que permitan un renacer, no se me hace fácil, por que sé todo lo que significa y porque sé que después de este mes, mi mamá no será la persona que hasta hoy ha estado conmigo; serás otra, porque habrás renacido y eso me llena de alegría y de pena. Porque estoy viviendo esos días de despedida, de dejar a esa María Elisa (como no te gusta que te diga), para darle permiso a la nueva María Elisa, que de seguro nos sorprenderá, que volverá cansada, quizás algo deprimida, sin pelo, sin muchas energías, pero cuando fuimos bebes también llegamos así de indefensos sólo para permitirnos nutrirnos de lo nuevo, son pocas las personas que en vida pasan por un renacer, quiero sentir que eres única y que esta oportunidad las divinidades se las dan sólo a algunos, cuando vuelvas espero que te llenes de amor y regocijo y sean muy feliz los años que vienen.
Te amo mamá, eres una valiente y aquí estaré cuidándome y cuidando a lxs nuestrxs para cuando vuelvas. No te demores mucho, permítete sentir y confiemos en que “todo saldrá de acuerdo al plan, un día a la vez”.
Nos vemos a la vuelta, para llenarte de besos y abrazos nuevamente, para olerte y agradecer volver a sentir tu olor, pero esta vez para yo contenerte y cuidarte, ya lo hiciste conmigo por más de 28 años, ahora me toca a mí.
Nos vemos pronto María Elisa, mamita.
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